Alcalde implicado en red del CJNG
La tranquilidad del municipio de Teuchitlán se ha visto estremecida por una revelación que ha causado alarma a nivel nacional. El alcalde José Ascensión Murguía Santiago, fue vinculado por la Fiscalía General de la República (FGR) con actividades delictivas relacionadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La medida cautelar de prisión preventiva le fue dictada por su presunta participación en delincuencia organizada y desaparición forzada de personas.
Arresto y audiencia: una jornada extensa
El edil fue detenido por elementos de la Agencia de Investigación Criminal la tarde del sábado y trasladado a la Ciudad de México. Posteriormente, fue regresado a Jalisco durante la madrugada del domingo. El proceso judicial comenzó ese mismo día, en el Juzgado Tercero Oral Federal Penal, ubicado en Puente Grande.
Durante la audiencia, se presentaron testimonios clave que lo vinculan con actividades ilegales en el rancho Izaguirre, un lugar ubicado en Teuchitlán y señalado como centro de reclutamiento forzado y ejecución de personas. De acuerdo con la FGR, el alcalde habría recibido 70 mil pesos mensuales por colaborar con el CJNG.
Testimonios escalofriantes y vínculos criminales
Los testimonios leídos durante la audiencia relatan hechos perturbadores. Uno de los denunciantes declaró haber sido forzado a reabrir una fosa clandestina donde fueron lanzados cadáveres desmembrados. En otro momento, se afirma que el propio Murguía Santiago, apodado “Chon”, llevó restos humanos al lugar, dentro de una bolsa negra.
También se reveló que mantenía reuniones en el predio con figuras clave del CJNG, como José Gregorio Lastra y Gonzalo Mendoza Gaitán, alias El Sapo o El 90. Incluso se mencionó el uso de un teléfono rudimentario, conocido como “cacahuatito”, para coordinar encuentros.
Una colaboración sistemática
Según la acusación, policías municipales y armamento habrían sido destinados por el alcalde para recapturar a víctimas que huían de los ranchos del CJNG. Se señaló que estas colaboraciones no eran esporádicas, sino recurrentes y bien organizadas.
Además, las reuniones entre Murguía y los líderes criminales no solo eran frecuentes, sino también realizadas a plena vista de las víctimas, lo que demuestra un grado de complicidad alarmante.