La junta militar ataca a la disidencia con violencia extrema a Myanmar
El pasado 11 de abril, el pueblo de Myanmar vivió una de las peores masacres desde el golpe de Estado que derrocó al gobierno civil de Aung San Suu Kyi.
Un bombardeo aéreo contra un acto de la disidencia en la región de Sagaing dejó al menos 50 personas muertas y decenas de heridos.
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El contexto del golpe de Estado
Myanmar, también conocido como Birmania, es un país del sudeste asiático que tiene una larga historia de conflictos internos y represión militar.
Durante casi 50 años, el país estuvo gobernado por regímenes militares opresivos que violaron los derechos humanos y restringieron las libertades civiles.
En 2011, se inició una transición democrática que permitió la celebración de elecciones libres y justas en 2015 y 2020.
En ambas ocasiones, el partido de la Liga Nacional de la Democracia (LND), liderado por la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, obtuvo una amplia victoria.
Sin embargo, el ejército no aceptó los resultados electorales y acusó a la LND de fraude.
El 1 de febrero de 2021, el ejército dio un golpe de Estado y detuvo a Aung San Suu Kyi y a otros líderes civiles.
Desde entonces, el país está bajo el control de una junta militar encabezada por el general Min Aung Hlaing.
La resistencia de la población
El golpe de Estado provocó una ola de protestas pacíficas en todo el país, que exigían el restablecimiento de la democracia y la liberación de los presos políticos.
La junta militar respondió con una brutal represión que ha causado más de 700 muertos y miles de detenidos, según grupos de derechos humanos.
A pesar del terror, la población no se ha rendido y ha formado grupos de autodefensa armados con rifles caseros y bombas artesanales.
Estos grupos se han aliado con algunas etnias minoritarias que llevan décadas luchando contra el ejército por su autonomía.
Uno de estos grupos es el Ejército para la Liberación Nacional Kachin (KIA), que controla parte del estado de Kachin, en el norte del país.
El KIA ha atacado varias bases militares y puestos policiales en las últimas semanas, causando bajas entre las fuerzas del régimen.
El bombardeo aéreo contra la disidencia
El domingo 11 de abril, el KIA organizó un acto en la localidad de Moemauk, en la región de Sagaing, para conmemorar el aniversario del inicio de su rebelión contra el ejército en 1961.
Al acto asistieron cientos de personas, entre ellas civiles simpatizantes de la causa democrática.
Según testigos y medios locales, aviones militares sobrevolaron la zona y lanzaron bombas sobre la multitud. El ataque duró unos 30 minutos y provocó una escena dantesca.
Al menos 50 personas murieron y otras 40 resultaron heridas, algunas de gravedad.
El bombardeo fue condenado por organizaciones internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, que lo calificaron como un crimen de guerra y una violación del derecho internacional humanitario.
También pidieron a la comunidad internacional que aumente la presión sobre la junta militar para que cese la violencia y respete los derechos del pueblo birmano.
El futuro incierto de Myanmar
El bombardeo aéreo contra la disidencia es una muestra más del nivel de crueldad al que está dispuesto a llegar el ejército para mantenerse en el poder.
Sin embargo, también evidencia su debilidad frente a una resistencia popular que no se rinde ni se intimida.
El futuro de Myanmar es incierto